Para Alfredo
Parecía que este momento no podía llegar nunca. Hablar con él siempre me ha dado la idea del presente, del momento que hay que aprovechar. Creo que muchos de nosotros debemos mucho a la lectura de sus textos y a las largas conversaciones que siempre arrojaban un nuevo punto de vista. Partir de uno mismo, lo más importante que he aprendido.
La gran cantidad de escritos y reflexiones y la enorme cantidad de anécdotas y experiencias, harán que Alfredo siga con nosotros, afortunadamente, dando consejos y sugerencias, abriendo grietas y pasos pero también planteando dudas, llevando a cabo esfuerzos de reflexión e imaginación, construyendo proyectos, manteniendo compromisos, procurando instrumentos, destruyendo jaulas. Porque como él mismo afirmaba “se trata de un método, el anarquista e insurreccional, pero en el fondo es de una experiencia de lo que se habla, no de teorías negadoras que congenian. Una experiencia que continúa a lo largo del tiempo y sedimenta* en la acción”. Esa experiencia por la que llegados a cierto punto es necesario “cerrar el libro”.
Habría tantas cosas que decir, tantas cosas que recordar, típico de quien ha vivido su vida, de quien cultivaba proyectos constantemente, y proponía análisis. Lo que lamentamos es no poder seguir planteando preguntas. Pero ahora nos toca a nosotros, sería bonito decirlo, pasar el testigo.
Nos has enseñado, como muchos compañeros, el escándalo de la libertad, y hoy como ayer es eso lo que urge escuchar y sentir. Tu recuerdo vivo es lo que nos has dejado, y lo conservaremos celosamente.
Ciao Alfredo!
* NdT
En italiano sedimentare tiene un sentido figurado más amplio que en castellano:
Depositar y adquirir lentamente valor y eficacia; gozar de una fase de quietud, casi de incubación, para poder expandirse después y actuar positivamente.
Tradotto da https://lucharcontrael41bis.noblogs.org/
Sin motivos, por mil motivos
¡Adelante todos! Y con los brazos y el corazón, la palabra y la pluma, el puñal y el fusil, la ironía y la blasfemia, el robo, el envenenamiento y el fuego, hagamos la guerra a la sociedad
Joseph Déjacque
Cuatro arrestos y cinco obligaciones de residencia, frente a la solicitud de diez arrestos en prisión: es el resultado de la enésima operación anti-anarquista conducida por la fiscalía de Génova contra compañeros involucrados en la redacción del quincenal anarquista “Bezmotivny – Senza motivo”. Los cargos, aparte de la infaltable asociación subversiva, son instigación a la delincuencia y apología subversiva, además del ridículo “ofensas al honor del presidente de la República”…
Pero no es sin motivo que han arrestado a los compañeros: han perseverado en lo que los anarquistas hacen desde los principios de su historia: imprimen periódicos, critican lo existente, incitan a la acción, difunden noticias de ataque a las estructuras y a los hombres que sostienen este mundo cada vez más mortífero, lo justifican socialmente como válidas y oportunas, intentan explicar las razones a los pocos lectores todavía atentos que pueden llegar… Extraños seres los anarquistas. Si lo que quieren es escribir, ¿por qué no hacen como muchos otros? Podrían escribir en periódicos que pueden comprarse a un módico precio en cualquier quiosco, y justificar las guerras, los naufragios en el mar, las muertes en las cárceles y en el trabajo, el racismo, la omnipresencia del control policial, …, ganando un digno sueldo. ¡Pero no! Siempre yendo en dirección contraria y obstinada, a seguir creyendo que la democracia no es el mejor de los mundos posibles, a seguir hablando de la destrucción del Estado y de sistema tecno-capitalista que lo secunda. Todo cosas sin ninguna razón [motivo], para la mayor parte de la gente.
El papel impreso, para los anarquistas, ha sido siempre un instrumento de agitación, es decir, un medio para transmitir sus ideas e incitar al derrocamiento de la sociedad constituida, y por esto, desde hace ciento cincuenta años su prensa es secuestrada y quien la escribe reprimido. A causa de esta larga historia de represión, tenemos mil motivos para continuar nuestra obra de agitación mediante periódicos, revistas, libros, carteles, mítines, acciones; tenemos mil motivos para seguir reportando las acciones que encienden el corazón, hacer propaganda con la difusión y legitimar su validez, más aún en tiempos en que el significado de la palabra se vuelve menos comprensible y se alza un muro infranqueable entre quienes hablan y comprenden el lenguaje del poder y quienes simplemente son súcubos.
Las fiscalías italianas no son ciegas y en la balanza de su diosa recae todo el peso del Dominio; saben que los anarquistas son irreducibles, no renuncian a las utopías en las que creen ni a luchar por sus sueños más osados. En todo esto ven instigación a la delincuencia y apología subversiva; para nosotros simplemente es el batir del corazón.
Un corazón que tiene mil motivos para seguir latiendo. Y luchando.
Solidaridad con los anarquistas arrestados e investigados
Tradotto da lucharcontrael41bis.noblogs.org
El recinto de la libertad
«Para expresar tus pensamientos en la calle tienes que pedir permiso al comisario de policía»
Vincenzo Spagna, conocido como Enzo, agente de los Digos de Lecce.
Hay muchas razones para la contaminación que aflige al planeta, y entre ellas una poco tenida en consideración: la vida de muchxs individuxs que, por su esencia y su pensamiento, son en realidad consumidorxs abusivxs de oxígeno. Puede parecer una causa menor pero no lo es en absoluto si tenemos en cuenta que estas personas no son pocas y forman, por el contrario, legiones.
Entre ellas aparece por pleno derecho el agente Digos mencionado en exergo. ¿Qué otra cosa pensar de un ser que, con convicción, afirma tal pensamiento? ¿Y de ese otro que, desde el apogeo de su perspicacia investigadora, declara que a los anarquistas son reconocidos “por su vestimenta y actitud”? Escuchar ciertas declaraciones, hace eco a cierta nostalgia de la gimnasia del sábado por la mañana, obligatoria hace unas décadas, o simplemente la introyección del lema que destaca en la sede de la policía de Lecce, su lugar de trabajo: “Todo en el Estado, Nada fuera del Estado, nada contra el Estado”.
O tal vez no. Tal vez, con todo el debido respeto al clamor y aplausos recibidos por un ex comediante en el escenario de la canción italiana, en defensa del art. 21 de la Constitución sobre la libertad de pensamiento, en la mente del psicopolicía figura otro fundamento: el de la autoridad. Debe tratarse precisamente de eso, porque la autoridad encarna exactamente eso: la fuerza coercitiva que puede otorgar o revocar libertades, dependiendo de si son contrarias a los intereses y privilegios de la autoridad misma, y en todo caso esas libertades deben caer dentro del perímetro de las consentidas, nunca fuera. Libre para pensar, sí, pero en un recinto bien delimitado por códigos estatales, dentro de un rango bien definido y clasificado de pensamientos que unx puede tener. Se trata de la extensión de la prisión al cuerpo social, si es cierto que el vocablo latino “carcer” significa, precisamente, recinto. Más allá está la porra. “Acostúmbrate a ser controlado”, le dejaba claro el mismo Digossino a un compañero. Es evidente cómo la charla sobre la Constitución y el art. 21 son simples cortinas de humo.
Un compañero, Alfredo Cospito, se está dejando morir de hambre en la cárcel, la física de hormigón armado y rejas. Muchxs han expresado su solidaridad atacando, en las formas que cada unx ha elegido, los diversos ganglios de la sociedad-prisión y del Estado que lo tiene prisionero, con la esperanza de que esto afloje su control. Todo ello no ha sido suficiente y ahora en contra de su voluntad, el Estado quiere obligarlo a mantenerse con vida. He aquí lo que pronto será el objetivo del ataque que tendrá que ser rediseñado; seguir haciéndolo también para tratar de obligar al Estado a dejar morir a Alfredo, respetando su voluntad, su elección llevada a cabo con extrema determinación. Es trágico y brutal de escribir, pero también es una batalla por la libertad, para que el Estado no siga apretando e imponiendo pedir permiso además de para expresar libremente los pensamientos y para vivir, también para morir.
Para que no se clave otra estaca que cierre la empalizada alrededor de la Libertad.
Traducción por lucharcontrael41bis.noblogs.org
Cuatro y ciento cincuenta
«Caro señor Maestro, mi hijo no se puede inscribir en la Balilla, somos pobres y no tenemos ninguna necesidad de odio»
Es el mensaje que escribía un hombre en los años ’30 para el maestro de su hijo, un mensaje que se podría escribir aún hoy. No tenemos ninguna necesidad de odio. No de ese odio contenido en la lengua del Estado, esa que asesina con la frialdad típica de la burocracia, esa que tiende a justificar incluso las mayores ignominias. Una lengua a la que ya siquiera prestamos atención por lo acostumbrados que estamos a escucharla continuamente, sin reflexionar sobre su verdadero significado. Esa lengua que describe a la persona con el color de piel diferente al suyo como “carga residual”, como desecho cuyo destino es el vertedero. Una lengua que no se detiene ante nada, ni siquiera ante pequeños cuerpos de niños muertos alineados unos al lado de otros, porque en el fondo, incluso esa contabilidad es, para muchos, un asunto puramente burocrático. Son cifras que mañana ya llenarán estadísticas, no de pobres desgraciados ahogados mientras tenían la esperanza ante sus ojos: cuatro días navegando y la costa a solo 150 metros. Pero a la severidad lingüística de la burocracia nada le importan los pobres desgraciados. No se plantea lo larga que puede hacer una noche con el terror entre las piernas. No le importa si un viaje puede costar la vida, porque esta viaja en vuelos de Estado.
Ahora bien, esa lengua no surge de la nada de forma aséptica, sino que es la expresión de un pensamiento muy concreto: el del Dominio, que a su vez se encarna en hombres y mujeres que tienen rostro, no solo palabras que hieren.
Entonces el odio puede volverse útil, ahí es donde lo necesitamos; un odio sano que no sea fruto del sembrado por los poderosos para justificar la guerra entre pobres, sino que identifique claramente al verdadero enemigo. Que desborde del corazón y empuje a armar los propios deseos, porque el odio puede ser un sentimiento noble que no tranquiliza la conciencia, al contrario que la indiferencia que deja a uno tranquilo mirando la pantalla de su smartphone, pasando de un naufragio al cotilleo con la misma intensidad emocional.
Encauzado en la justa dirección, tenemos la necesidad de odio, que nos ayude a no vernos únicamente mojando con lágrimas estas hojas sobre las que escribimos…
Quattro pdf
Contra las prisiones, contra el Estado
Cuando se habla de cárcel no podemos evitar una mirada más general de la regimentación de la sociedad. Quienes nos quiere dóciles y distraídos, día a día añaden nuevos dispositivos para cancelar el imaginario de una vida diversa, que pueda ser digna de ese nombre. No nos damos cuenta de que la gestión de la vida cotidiana cada vez está mas escrutada, fragmentada, focalizada. Basta pensar en las cámaras presentes en cada esquina de la calle para supervisar cualquier gesto que salga de lo consentido, acumulando datos biométricos. O en las actividades cotidianas invadidas por tarjetas, códigos QR y diabluras varias, útiles para la organización de ciudades cada vez más regulares, homologadas, vigiladas. La lista podría seguir, pero hablar de cárcel significa ir a la raíz de lo que son los Estados y la autoridad, fundados sobre la explotación y la coerción, en la disciplina y el control, en la ausencia de toda ética. La cárcel es la máxima expresión de todo esto, por este motivo las revueltas a lo largo de la historia lo han identificado como algo a destruir. Representa la aniquilación de la dignidad, así como la privación de libertad, el intento de aniquilar a cualquier individuo para hacerlo dócil y apto para la sociedad, o para eliminarlo por completo de la vista, razón por la cual las prisiones modernas se construyen en lugares aislados en lugar de en las ciudades. Los instrumentos de tortura siempre han estado asociados a ella. Los regímenes diferenciados son un ejemplo, como el 41 bis en Italia, que pretende erradicar todo contacto con la realidad. Su antecesor directo, el artículo 90, tenía la misma función, al igual que el aislamiento diurno. Y es cuando impone castigos cuando el Estado muestra realmente su rostro vengativo y feroz.
Pero también es importante recordar que desde su creación, la cárcel siempre ha estado rodeada de motines, protestas, huelgas, suicidios, lesiones, evasiones; a pesar de todo ello nunca ha sido el lugar pacífico que se pretendía. Desde el 20 de octubre, el compañero anarquista Alfredo Cospito está en huelga de hambre contra el régimen penitenciario en el que está encerrado, el 41 bis, que supondría ser enterrado vivo para el resto de su vida. Muchas acciones en todo el mundo están dando fuerza a su protesta, en virtud de que la solidaridad se vuelve acción y viceversa. Porque, de hecho, no hay muchas alternativas. La lucha es lo que puede romper la normalidad de este sistema existente, hecho de esclavitud y prisiones, para que cada uno pueda tomar su espacio y su tiempo, sin autoridad, sin Estado.
SOLIDARIDAD CON ALFREDO COSPITO Y CON TODOS LOS PRISIONEROS EN LUCHA.
Stragista es el Estado
El 12 de diciembre será el aniversario de la que se ha definido “la madre de todas las masacres”, esta es la del Banco Nacional de Agricultura de Milán, en plaza Fontana, 1969. Organizada y perpetrada por manos fascistas confabuladas con aparatos del Estado, le siguieron muchas otras y mucha sangre derramada. Masacres planificadas científicamente en el intento de dar un giro todavía más autoritario que la joven República italiana.
El 5 de diciembre en Turín, se decidirá la pena para dos compañeros anarquistas – Alfredo y Anna – acusados de “masacre política”, acusados de colocar dos artefactos explosivos fuera de una escuela de carabinieri en la provincia de Cuneo en 2006, sin causar muertos ni heridos. Arriesgan la cadena perpetua, y Alfredo está en 41 bis desde mayo.
Puede parecer de una lógica absurda un juicio por masacre sin un sólo muerto, pero no lo es cuando los imputados son anarquistas: el Estado quiere meterlos en cárcel de por vida no por lo que han cometido, sino por las ideas que albergan en sus corazones y por las acciones que son expresión de esas ideas.
Quienquiera que haya colocado esos artefactos, no buscaba golpear indiscriminadamente en un banco, una estación o en un tren, sino que había elegido con precisión su objetivo. Una escuela de carabinieri es un lugar donde se forma a los defensores del orden constituido, esos que mantienen este Estado de las cosas y que día a día cumplen una lenta pero inexorable masacre, hecha de gente asesinada en la calle o en comisaría (¿os suena de , algo Cucchi?), detenida y muerta en prisión, expulsada y enviada a morir a otra parte, asesinada directamente en lugares de conflicto alrededor del mundo donde cumplen sus misiones…
De una de estas escuno a su opuesto: a abrir grietas de libertad en un mundo de cadenas, atacando uno de los anillos principales.
Como anarquistas no podemos retroceder ante un salto represivo que intenta, cada vez de forma más clara, procesar las intenciones y la ideas, y es justo por esto que debemos continuar afirmando que todavía estamos por la destrucción del Estado y la construcción de un mundo libre de cárceles, jerarquías y autoridad; que todavía estamos por el ataque violento contra hombres y estructuras de Estado y Capital y por la insurrección, única vía posible para abrir un sendero no marcado en ningún mapa, asesino que se llama libertad.
[Cartel y octavilla pegado y repartido en Lecce.]
StragistaA3 pdf
Derribar los muros del poder
Ahora parece que la «ciudad del turismo de Lecce» ya no tolera ninguna disidencia. Una ciudad ahora completamente gentrificada, sinónimo de ciudad controlada. Los muros erigidos tras la expulsión de la nueva ocupación anarquista en el centro histórico, en un edificio de propiedad del municipio, hablan por sí mismos. Fuera del consumo, no se otorga nada. Y el centro histórico de Lecce es ahora totalmente un lugar de consumo, que incluye bares y restaurantes, bares de moda y tiendas de lujo, hoteles y B & B. Para lxs residentes del pasado, identificadxs como habitantes del centro histórico, no queda lugar. No hay lugar para refractarixs de ningún tipo. Los muros representan a aquellxs que no se adaptan o son diferentes: ya sean inmigrantes que viven en el Giravolte por más de veinte años, o aquellxs que desean tomar un espacio para expresar sus ideas y deseos. Esos muros son la expresión exacta del poder. Llámenos con Salvini o llámenos con Salvemini (alcalde de Lecce), de hecho, los procesos realizados son los mismos. Con la brutalidad lo primero, con una sonrisa lo segundo, la seguridad y el decoro son la parte central de la agenda del poder. Agenda que significa más y más policías en las calles, TSO, aniquilación de la vida social, expulsión de indeseables, control total, homologación. Porque todo está conectado y no es posible sentirse ajenxs.
Solo aquellxs que tienen los ojos cerrados no pueden darse cuenta de cuánto y cómo está cambiando este territorio, cuánto y cómo las personas que viven allí están cada vez más desposeídas de su existencia. Los árboles se erradican y el paisaje se borra, reemplazado por plantas, centrales eléctricas y cemento. Los espacios están cerrados para erradicar el pensamiento crítico, la disidencia, la rebelión. Por la policía o por la burocracia, la Autoridad solo quiere afirmarse a sí misma y su totalitarismo. Este concepto básico de un estado policial es básicamente el concepto básico de un estado democrático y sus administradores. El resto es hablar de bar. Pero si se erigen los muros, lo más simple y urgente es demolerlos, sea lo que sea que representen. Fronteras, moralidad, aniquilación del pensamiento crítico. Erradicar la refractariedad de la naturaleza salvaje, así como la naturaleza antiautoritaria, no es una tarea fácil.
«Romper, siempre reducir, porque se eliminaron muchos más abusos en el presente, muchas soluciones igualitarias preparadas para el futuro» – E. Cœurderoy.